viernes, 14 de noviembre de 2014

Los Pichones en Taiwán - George Davis

        


Éramos doce; una modelo, una arquitecta, una entrenadora, una pareja de aventureros, un economista, una sarcástica, una viajera, un realista, una artista, una compradora compulsiva yyo, el Oso que los cuidaba a todos, aunque según ellosme cuidaban a mí. Habían pasado demasiadas horas como para mantener la cuenta del tiempo. Salimos del avión, cambiamos nuestras monedas, nos dirigimos por los rótulos hasta llegar a la estación de bus. Salimos del aeropuerto, pusimos las maletas,nos montamos en el bus y nos dimos cuenta que ya no había vuelta atrásNo hay tiempo de pensar, solo vivir. La diferencia del cielo, las carreteras, los edificios, las casas, la pobreza, la riquezatodo era distinto. Aun así intentábamos mirar las cosasque teníamos en común. como el verdor y las montañas . Llegamos a la estación del tren y nos sentamos mirando hacia el inmenso techo de la estación principal para descansar, fue en ese momento que nos dimos cuenta que estábamos en la otra parte del mundo: los 11 estudiantes de Planificación de la IUPI, habíamos llegado a Taiwán. Nos abrazamos. Finalmente logramos nuestro prometido, sacamos la bandera y de repente untaiwanés nos dice: “¿Puerto Rico? ¿Boricuas? ¿San Juan o Ponce?”. En nuestras caras se podía ver felicidad, asombro y orgullo; ¡hasta en la China reconocen nuestra bandera y nuestras ciudades!

Estábamos semi perdidos, pero ninguno lo quería admitir:todo va a estar bien, bájale dos, nos repetíamos como consuelo… ¿Once Planificadores urbanos con un mapa?Estaremos bien, nos repetíamos, aunque el mapa estaba en chino mandarín. Queríamos ir al hotelpero no paraba de llover. Sin embargo, la lluvia no logró ser un impedimento. Nos tiramos hacia las calles, cruzando avenidas, y preguntando con el poco mandarín que sabíamos y el inglés que no todos en Taiwán hablaban. Finalmente llegamos al hotel. Nos tiramos al piso en el primer cuarto, descansamos una hora y seguimos de rollingpin."

Volvimos a la estación del tren, pero esta vez entramos por un centro comercial. Debido a que la estación era tan grande,nunca entramos ni salimos por el mismo lugar. La estación en sí misma era impresionanteliteralmente era la estación principal de Taipéiuna ciudad moderna, que nos dejo con las ganas de seguir explorándolaEstando en el metro, no podíamos evitar comparar nuestro tren urbano. Las esperas para el metro en Taipéi eran solo de segundos y el espacio limitado porque todo el mundo lo usaba. La gente no sólo lo usaba, sino que lo cuidaban: las mismas personas se monitoreaban las unas a las otras, y todos seguían las reglas. Era como un tipo de programación mental, donde todos se organizaban para hacer las cosas bien
Tras meses de buscar inspiración divina para mi tema detesis, encontré finalmente la respuesta en la primera noche:“XIMENDING”mi lugar favoritoDespués de salir de la estación y encontrarme con una impresionante vista que finalmente puso nombre a lo que me había estado imaginando todo este tiempo. Descubrí un paraíso económico donde cientos de personas pueden conseguir infinidad de productos y servicios. Donde la innovación empresarial fluye y todos los negocios florecen. La concentración de personas y de negocios era increíble. Lo mismo pasaba en los famosos " night markets;"es como si en Taiwán cualquier persona puede montar una empresa. El volumen de negocios era exorbitante y el número de compradores, aún más. Comparar Puerto Rico y Taiwán económicamente es como tomar una bola de cristal y virarla al revés. Mientras aquí nuestra economía se está contrayendo, allá está creciendo. Al parecer, todos los días escuchamos que hay crisis y que no hay trabajo, pero eso en Taiwán no parecía existir.

Tras visitar un templo budista nos montamos en el tren de alta velocidad y nos fuimos hacia Taichung, una ciudad que promete ser la próxima estrella asiática. Lo más que me llamo la atención fueron las motoras, cientos de motoras las cuales aprendí a esquivar mientras  caminaba por los mercados nocturnos. Allí no había sistema de trenes pero tenían una réplica del sistema de autobuses de la Ciudad de Curitiba en Brasil. Los olores a comida, los ruidos de las motoras, las luces, cientos de promociones, y miles de gente caminando a tu lado en la noche hacen de Taichung una ciudad donde hay una ausencia de oficiales de seguridad, pero sólo porque no hacen falta. El servicio, la cordialidad, la hospitalidad y amistad que nos mostraron los estudiantes y profesores de Feng Shia Universityy las personas de la ciudad era admirable. Al trabajar con los estudiantes pudimos ver las diferencias de como se trabaja la planificación en Taiwán y compartir ideas sobre posibles intervenciones a distintos problemas. Los proyectos que culminaron en la elaboración de tres posters, son el reflejo de lasmúltiples interacciones culturales y profesionales que tuvimos. El último día en Taichung fue duro, no queríamos despedirnos de la gente ni de la ciudad. Eran tantas las historias y momentos que compartimos que nos llevaron a formar grandes lazos de amistad.

Fueron tantos mis lugares favoritos, que son difíciles de enumerar, el majestuoso memorial de Chiang Kai Shek, el mágico humedal donde vimos el anochecer en Taichung, lasgóndolas en Taipéi y el hermoso tablado en el distrito de Tamsui con música en vivo, son lugares que definitivamente nunca olvidaré. Sin embargoestoy seguro que concuerdo con mi compañeros que lo más que nos impresionó de Taiwán fue sugente. Al final del viajelos once pichones nos convertimos en hermanos y hermanas. Éramos una familia diversa, interesante y aunque un poco disfuncional unidos por una frase que nuncaolvidaremos
         
                                                          "Chi  Cho Yian Sen Met Zo"  

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