miércoles, 9 de septiembre de 2015

Redescubriendo la Historia Por: Prof. Sara T. Aponte Meléndez, PPL







Colaborando con la preparación de un suplemento periodístico para la Conmemoración de aniversario de fundación, surgió la posibilidad de compartir con los lectores las razones que me motivaron a comenzar estudios profesionales en Historia y las experiencias durante este aprendizaje. Al hacerlo pude sopesar cómo se ha ido transformando mi manera de ver la historia, cuáles han sido las satisfacciones y qué espero lograr como historiadora profesional. Mi interés es llevar un mensaje a todo aquel que pueda haber subestimado lo que puede representar el estudiar historia. Quizás a través de mis vivencias se sientan animados a explorar esta aventura.

Al completar la Maestría en Planificación en la Universidad de Puerto Rico, decidí evaluar alternativas para lograr mejorar mis ingresos y conseguir mejores oportunidades de empleo en ese campo. A su vez quizás combinar mi experiencia laboral con los conocimientos académicos recién adquiridos. Dos factores contribuyeron a decidirme. El primero fue el deseo de repasar los conceptos estudiados una y otra vez y que puse en práctica a la hora de preparar el proyecto final de grado. Muchos de los procesos de planificación urbana, por ejemplo, me habían sugerido manejar fuentes históricas para entender la transformación de las sociedades y pueblos. La Historia, habia capturado mi atención durante los años de estudio.

El segundo factor fue el no contar con un programa doctoral en planificación a nivel local que permitiera profundizar sobre teorías, discursos y debates en función a nuestro desarrollo como pueblo. Como la idea de trasladarme al extranjero con tal propósito no era factible, por las razones expresadas, decidí considerar la historia como una alternativa que pudiera responder a mis intereses. Gracias a estas inquietudes, pude darme cuenta de mi falta de conocimiento sobre Puerto Rico, asunto que generó una mayor urgencia. Estoy segura de que a muchos les ha sucedido lo mismo.

Recordé entonces los cursos de bachillerato donde se requería leer temas de historia, cuando a menudo me sentía condenada al aburrimiento. Aquél era un mundo extraño y desconocido lleno de datos, fechas, nombres, batallas, etcétera, que era incapaz de retener. La lucha entre la botella y la comprensión se convertía en una tortura constante. Hoy día entiendo, sin embargo, que estudiar historia no es memorizar, no es empeñarse en recordar una serie de nombres y fechas; eso lo podemos encontrar en cualquier texto. La Historia es un recuento de lo que seres iguales a nosotros hicieron en su época. Ninguno de estos datos es relevante por sí mismo, sino que tienen

importancia en cuanto forman parte de un proceso. Lo importante es que dentro de esta gran base de datos existe una investigación continua que permite conocer la evolución y transformación de la humanidad, desde sus orígenes hasta el presente. Es decir, a través de la historiografía se estudian los acontecimientos relativos al ser humano a lo largo del tiempo, tomando como base el análisis crítico de fuentes concretas y a veces contradictorias.

Los cursos de historia me han permitido aprender de acontecimientos y personajes que apenas conocía. El conocer la trayectoria como pueblo desde otros ángulos, me ha provocado cierto deslumbramiento ante tanta riqueza histórica. Igualmente llamativas las fascinantes metodologías que se utilizan para facilitar la articulación de ideas y el flujo de información. Es como abrir una caja de pandora y  descubrir que tenemos luz verde para cuestionar y analizar desde otras perspectivas quizás nunca antes contempladas, o abonar a juicios críticos que se hayan realizado

Más aún, debemos adentrarnos en la mentalidad de la época para comprender las motivaciones de los personajes, de modo que el poseer otra preparación académica facilita la utilización de herramientas adicionales a las tradicionales y mirar la historia desde otros ángulos. Estas emociones también me han provocado cierta tristeza y coraje por las limitaciones en cuanto a la accesibilidad.

Me pregunto, ¿hay que realizar estudios graduados para poder conocer nuestra realidad como pueblo? Ante la falta de una visión que muestre los factores que han contribuido en el desarrollo económico y social de nuestro país, me tentaría a contestar que sí. Nuestro sistema educativo carece de estrategias que permitan una divulgación amplia sobre la historia del país. Esto lo vemos a diario en los hechos que ocurren en la Isla y la manera en que se maneja la opinión pública. ¿Cómo facilitar el flujo de información sobre nuestra historia?

Este es el reto que debemos atender los futuros historiadores. Somos una nueva generación, muchos provenientes de otras disciplinas, ávidas del conocimiento historiográfico y de la diversidad de discursos y escuelas de pensamiento. Contamos con recursos innovadores que pueden apoyar los métodos de investigación que distinguen a la disciplina. En fin, ver la Historia como proceso y asumir posturas balanceadas e inteligentes capaces de hablar a cualquier niño, joven y adulto, y despertar su interés por conocer de nuestra historia.
Entonces, ¿por qué estudiar historia? La respuesta es sencilla. Porque gracias ella, el ser humano descubre los lazos que lo unen al pasado y amplía su conocimiento de las perspectivas humanas. Es por eso que hago un llamado a los estudiantes sobre nuestra responsabilidad más allá de memorizar. Es debatir y descubrir significados que permitan explicar a cualquier persona, no importa su nivel intelectual, social y educativo, lo que fue, lo que pasó y lo que está pasando. Afortunadamente contamos con recursos tecnológicos e innovadores que facilitan la reconstrucción del pasado para entender el presente. De esta forma estaríamos en mejor posición de realizar aportaciones serias y contundentes para el beneficio de todos.


saraaponte@gmail.com

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