Colaborando
con la preparación de un suplemento periodístico para la Conmemoración de
aniversario de fundación, surgió la posibilidad de compartir con los lectores
las razones que me motivaron a comenzar estudios profesionales en Historia y las
experiencias durante este aprendizaje. Al hacerlo pude sopesar cómo se ha ido transformando
mi manera de ver la historia, cuáles han sido las satisfacciones y qué espero
lograr como historiadora profesional. Mi interés es llevar un mensaje a todo aquel
que pueda haber subestimado lo que puede representar el estudiar historia. Quizás
a través de mis vivencias se sientan animados a explorar esta aventura.
Al completar
la Maestría en Planificación en la Universidad de Puerto Rico, decidí evaluar
alternativas para lograr mejorar mis ingresos y conseguir mejores oportunidades
de empleo en ese campo. A su vez quizás combinar mi experiencia laboral con los
conocimientos académicos recién adquiridos. Dos factores contribuyeron a
decidirme. El primero fue el deseo de repasar los conceptos estudiados una y
otra vez y que puse en práctica a la hora de preparar el proyecto final de
grado. Muchos de los procesos de planificación urbana, por ejemplo, me habían sugerido
manejar fuentes históricas para entender la transformación de las sociedades y
pueblos. La Historia, habia capturado mi atención durante los años de estudio.
El segundo
factor fue el no contar con un programa doctoral en planificación a nivel local
que permitiera profundizar sobre teorías, discursos y debates en función a nuestro
desarrollo como pueblo. Como la idea de trasladarme al extranjero con tal propósito
no era factible, por las razones expresadas, decidí considerar la historia como
una alternativa que pudiera responder a mis intereses. Gracias a estas inquietudes,
pude darme cuenta de mi falta de conocimiento sobre Puerto Rico, asunto que
generó una mayor urgencia. Estoy segura de que a muchos les ha sucedido lo
mismo.
Recordé
entonces los cursos de bachillerato donde se requería leer temas de historia,
cuando a menudo me sentía condenada al aburrimiento. Aquél era un mundo extraño
y desconocido lleno de datos, fechas, nombres, batallas, etcétera, que era incapaz
de retener. La lucha entre la botella y la comprensión se convertía en una
tortura constante. Hoy día entiendo, sin embargo, que estudiar historia no es
memorizar, no es empeñarse en recordar una serie de nombres y fechas; eso lo
podemos encontrar en cualquier texto. La Historia es un recuento de lo que seres
iguales a nosotros hicieron en su época. Ninguno de estos datos es relevante
por sí mismo, sino que tienen
importancia en cuanto forman
parte de un proceso. Lo importante es que dentro de esta gran base de datos
existe una investigación continua que permite conocer la evolución y transformación
de la humanidad, desde sus orígenes hasta el presente. Es decir, a través de la
historiografía se estudian los acontecimientos relativos al ser humano a lo
largo del tiempo, tomando como base el análisis crítico de fuentes concretas y
a veces contradictorias.
Los cursos de
historia me han permitido aprender de acontecimientos y personajes que apenas
conocía. El conocer la trayectoria como pueblo desde otros ángulos, me ha
provocado cierto deslumbramiento ante tanta riqueza histórica. Igualmente
llamativas las fascinantes metodologías que se utilizan para facilitar la articulación
de ideas y el flujo de información. Es como abrir una caja de pandora y descubrir que tenemos luz verde para
cuestionar y analizar desde otras perspectivas quizás nunca antes contempladas,
o abonar a juicios críticos que se hayan realizado
Más aún,
debemos adentrarnos en la mentalidad de la época para comprender las motivaciones
de los personajes, de modo que el poseer otra preparación académica facilita la
utilización de herramientas adicionales a las tradicionales y mirar la historia
desde otros ángulos. Estas emociones también me han provocado cierta tristeza y
coraje por las limitaciones en cuanto a la accesibilidad.
Me pregunto,
¿hay que realizar estudios graduados para poder conocer nuestra realidad como
pueblo? Ante la falta de una visión que muestre los factores que han contribuido
en el desarrollo económico y social de nuestro país, me tentaría a contestar que
sí. Nuestro sistema educativo carece de estrategias que permitan una
divulgación amplia sobre la historia del país. Esto lo vemos a diario en los
hechos que ocurren en la Isla y la manera en que se maneja la opinión pública.
¿Cómo facilitar el flujo de información sobre nuestra historia?
Este es el
reto que debemos atender los futuros historiadores. Somos una nueva generación,
muchos provenientes de otras disciplinas, ávidas del conocimiento historiográfico
y de la diversidad de discursos y escuelas de pensamiento. Contamos con
recursos innovadores que pueden apoyar los métodos de investigación que distinguen
a la disciplina. En fin, ver la Historia como proceso y asumir posturas balanceadas
e inteligentes capaces de hablar a cualquier niño, joven y adulto, y despertar
su interés por conocer de nuestra historia.
Entonces, ¿por
qué estudiar historia? La respuesta es sencilla. Porque gracias ella, el ser
humano descubre los lazos que lo unen al pasado y amplía su conocimiento de las
perspectivas humanas. Es por eso que hago un llamado a los estudiantes sobre nuestra
responsabilidad más allá de memorizar. Es debatir y descubrir significados que permitan
explicar a cualquier persona, no importa su nivel intelectual, social y educativo,
lo que fue, lo que pasó y lo que está pasando. Afortunadamente contamos con
recursos tecnológicos e innovadores que facilitan la reconstrucción del pasado para
entender el presente. De esta forma estaríamos en mejor posición de realizar aportaciones
serias y contundentes para el beneficio de todos.
saraaponte@gmail.com